Hubo un momento de su vida donde Matthew Nwafor se sintió incomprendido. Fue durante el verano del 2015. Era profesor de filosofía en la Universidad Godfrey en Ookoye, Nigeria. Él y otros dos profesores estaban enseñando un curso a 500 estudiantes. Ellos dividieron el trabajo y cada estudiante tuvo la oportunidad de conocer a los tres instructores.
Matthew era un profesor laico; los otros dos eran sacerdotes católicos. No era inusual que un estudiante olvidara o se confundiera y lo llamara "Padre".
Una religiosa, decana de la facultad en la universidad, se dio cuenta de este detalle. A menudo le decía, de manera amistosa, que debía pensar en la posibilidad de convertirse en sacerdote, ya que de por si todos tenían la impresión de que ya lo era.
"A veces era un poco divertido", dijo, agregando que en el fondo ella hablaba en serio.
Ésta fue una idea que le llegó al fondo del alma precisamente en el momento en que estaba experimentando lo que llamó un "dilema". Anteriormente había estado en el seminario, pero se había retirado del programa. Hoy en día, y teniendo en cuenta que es parte de su pasado, está abierto a hablar del tema.
Durante el tiempo que ejerció como profesor se preguntó si debería regresar al seminario, casarse o buscar algo diferente. Matthew se tomó un tiempo para orar.
Los años siguientes fueron interesantes para Matthew, de 39 años, quien se convirtió en el padre Matthew Nwafor, en el mes de junio, en Raleigh. NC Catholics se reunió con él para preguntarle acerca de su vida, su discernimiento y su nueva función como sacerdote.
NC Catholics: Describa sus primeros años de vida
Padre Matthew Nwafor: Nací en Nigeria, hablábamos Igbo. Crecí en Enugu... una ciudad que no es de las más grandes del país. Es hermosa y tranquila. Éramos siete hermanos; tres niñas y cuatro niños y yo soy el sexto. Mi mamá se llama Catherine y mi papá, quien falleció, se llamaba Emmanuel. Mi madre era vendedora en un mercado y mi padre… constructor.
NCC: ¿Cómo pasaba el tiempo cuando era niño?
MN: Mi mamá siempre me decía que estaba demasiado enfocado en los libros. Leía mucho y también jugaba afuera. Disfruto mucho estando en compañía de otras personas y conversando, pero sin llegar a descuidar mis metas.
NCC: ¿Qué tipo de metas tenía cuando era un adulto joven?
MN: Ser médico... ese fue mi primer sueño. Me iba bien en la escuela, pero Dios quiso mostrarme una señal… Escribí el examen para entrar a la Facultad de Medicina y no logré obtener la calificación mínima requerida para ser aceptado. Al mismo tiempo estaba aplicando para ir al seminario.
NCC: ¿Cuándo se convirtió en vocación la idea del sacerdocio?
MN: Durante mis últimos días en la escuela secundaria. La religión es parte de los estudios académicos en el sistema de escuelas públicas de Nigeria. Los maestros me pidieron que dirigiera a los estudiantes católicos en mi escuela. Yo era un prefecto. Esto me expuso a la fe y me dio la oportunidad de conocer a los sacerdotes que venían a la escuela para celebrar la misa.
No teníamos una capilla oficial, pero teníamos un salón en la escuela. A la hora de la misa, hacíamos un pequeño altar... usábamos una mesa, prestábamos un mantel blanco de una parroquia y conseguíamos un crucifijo. Poníamos flores en un florero. El día en que se iba a celebrar la misa, recogíamos flores cuando íbamos camino a la escuela.
Admiraba a los sacerdotes. Cantaban la misa; era rítmica y dulce.
NCC: ¿Cómo llegó al discernimiento?
MN: Un sacerdote me pidió que visitara una Congregación Franciscana. La capilla era hermosa. Simplemente entras al lugar y sientes la necesidad de orar. Sin embargo, no apliqué a la Congregación de los Franciscanos. Me sugirió que estudiara todas las opciones. Después de terminar la secundaria fui al Seminario en Nigeria.
NCC: ¿Es verdad que dejó el seminario y luego regresó?
MN: Estudié allí, pero luego inicié una nueva vida. Escribí, comencé mi maestría y terminé mi doctorado. Es parte de la historia de mi vocación. Me fui porque... tu observas a tu alrededor y te das cuenta de que realmente no te sientes cómodo. Simplemente tienes que encontrar tu camino.
NCC: ¿Bajo qué circunstancias llegó por primera vez a los Estados Unidos?
MN: La religiosa que fue mi decana... obtuvo su doctorado en la Universidad DePaul en Chicago. Me habló de un programa que tenían allí; yo estaba emocionado. Hablaba inglés porque las escuelas en Nigeria enseñan en inglés. Venir a los Estados Unidos me expuso al mundo exterior... sonríe y dice, me dio a conocer lo que es una acera.
Tuve un poco de choque cultural. En Nigeria hay mucha cercanía entre las personas, la gente se abraza e interrumpe. Cuando llegué a Chicago… la gente está en un tren, callada y evitando contacto con los demás. Me gustaría decirle "buenos días" a alguien, aunque ni siquiera me estuviera mirando. Tuve que aprender a estar solo. Fue un choque cultural, pero no un problema.
NCC: ¿Cómo terminó en Raleigh?
MN: Tengo una hermana que vive aquí. Cuando vine de visita, me llevó a conocer la iglesia St. Catherine en Wake Forest. El anhelo de ser sacerdote iba aumentando dentro de mí. Después de la misa me acerqué al Padre (Phil) Tighe… quien me remitió al Padre Bill John (Acosta-Escobar), Director de Vocaciones en ese momento. Allí iniciamos el proceso.
NCC: ¿Cómo es su vida ahora que es sacerdote y Vicario Parroquial en la Catedral?
MN: Los Vicarios Parroquiales hacen muchas cosas; misas, confesiones. Amo compartir la fe. Yo creo que la labor de un sacerdote se asemeja a la labor de una madre o un padre. Hay muchas cosas que llevas a cabo y que pasan por desapercibidas. Alguien puede pensar que no estás haciendo nada pero, por el contrario, estás trabajando demasiado y cada vez que dejes de hacerlo, la familia se desestabiliza. Debes cuidar de muchos pequeños detalles. Escuchar a la gente. Necesitas escuchar.